-Sí.
-¿Tanto te dolió?
-Sí.
-¿Tan mal lo hice?
-Simplemente elegiste.
-¿Crees que todo habría cambiado?
-¿Sería tu vida distinta?
-¿Aun me quieres?
-Aun te quiero.
-¿Por qué no volviste?
-¿Por qué tu nunca cogiste el avión?
Ella aparta la mirada de él.
Nunca cogió el avión por miedo.
No se lo dirá, nunca.
1 comentario:
Que difícil es confesar que temblamos cuando el orgullo guía nuestros pasos. Soy de esas fuertes que jamás admite su cobardía. Hermoso blog, gracias por tus palabras.
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