30 de octubre de 2010

A veces le damos poca importancia a la gente verdaderamente importante. Una hermana del corazón pero no de sangre..
La verdad es que nunca la he escrito algo tan importante, y espero que nunca se lo hayan dicho, que quiero que sea especial. Siento decirte, hermana, que eres lo mas especial para mi, que me ayudas, me cuidas y me haces sonreir justo cuando más lo necesito. Hemos tenido mil roces, peleas, gilipolleces, mil cosas que aun nos mantienen unidas, JUNTAS, como pocas..! Desde los 8 hasta ahora. Y te quiero muchisimo, muchisimo.
Valen mil nuestras sonrisas, nuestras fotos, nuestras paranoias, nuestras conversaciones, nuestras noches hablando hasta las mil, nuestros momentos en sí, VALEN MÁS QUE TODO.
Perdón por todo lo malo que he hecho, como yo perdono tus errores, somo humanas, y comentemos errores unos pequeños, otros gigantes, y que te quiero.
HERMANA.

18 de octubre de 2010

Sin miedo a intentar.

Lucy bajó la mirada, sonriendo -una de esas sonrisas victoriosas que no se borran en mucho tiempo y que, por azar no las ve casi nadie-. Se sabía los escalones de memoria, 28 escalones, tres pasos y encontrará la puerta, que se abre con  un pequeño movimiento de muñeca. 1.. 2.. 3.. 4.. 5.. 26.. 27.. 28. Por fin, creía que nunca se acabarían. Y los tres pasos también están dados encadenados con el ligero movimiento de muñeca. ¡PUM!
-Podrías mirar por dónde andas, ¿no?
-Lo.. lo siento. -la chica morena con el pelo corto y esos ojos de color oscuro, preciosos se da la vuelta, intentando subir, tropezando y cayendo- au, au.
-¿Pero que haces, joder? Espera, ¿estás bien?
-Si, si. -Siempre con aquel espíritu tan grande, y fuerte, igual que ahora. Se levanta y se vuelve a caer, en el mismo escalón- ¡Ay!
-Ven, deja que te ayude -la coje del brazo, haciendo que se siente en el escalón- ¿dónde vives?
-En el primero, ¿tú?
-Acabo de mudarme al primero, también.
-Me alegro.. pero tengo prisa, ¿puedes ayudarme? -se toca la rodilla, nota unas pequeñas punzadas en ellas, como si se la hubiera rajado.
-Creo que deberías ir al médico.
-¿Me puedes llevar?
-Si, si.
La lleva hasta el coche, ella monta y mira fijamente al horizonte, sin mediar palabra. Ya en el médico, después de haber dicho que necesitaba puntos en la rodilla, y al haberla examinado hacen entrar al chico, quien aun no ha dicho su nombre.
-¿Sabía usted que la chica es ciega?